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miércoles, 15 de abril de 2009

PARTITURAS

Aquí les comparto algunas partituras que cualquier principiante o profesional debe tener en su biblioteca, listas para ejecutarse.
Ojo cuidado que son todas para piano, no te olvides de la transposición!!!.

viernes, 10 de abril de 2009

SO WHAT

Éste es un temita bastante conocido en el ambiente del blues-jazz, de la mano de dos de los músicos más reconocidos en la historia. Miles Davis (Trumpet), y John Coltrane (Tenor Sax).
Un poco nos hace reflexionar en nuesta pequeña y fragil carrera como musicos, ¿donde estabamos nosotros y tal vez tus padres cuando éstas personas grabaron éstos temas y sus videos?, en 1958.








Es importante destacar como éstos músicos ensamblaban, de hecho existen unos cuantos trabajos juntos tales como (Miles Davis and John Coltrane Live in New York), (Miles Davis quintet with John Coltrane in Copenhagen 1960), y otros.

domingo, 5 de abril de 2009

¿Que es la TRANSPOSICIÓN?

Es más sencillo de lo que parece... Cuando una persona comienza a aprender a tocar un instrumento transpositor, le enseñan las posiciones de las notas en el instrumento: dónde está el fa, dónde está el re#, etc; y también, va aprendiendo a leer una partitura (en la mayoría de los casos)... entonces, cuando lea en el pentagrama un fa, un re#, la persona va a tocar las notas de la posición fa, re#. No siempre las notas que toca según las posiciones son las que suenan en realidad (si uno pone el afinador en frente, puede chequearlo). Si uno toca la nota de una posición, supongamos fa, y el afinador marca otra nota, nos encontramos con un instrumento transpositor. ¿Para qué sirven entonces?... Por ejemplo, en el caso de los saxos: Cada tipo de saxo (soprano, alto, tenor, barítono, bajo), tiene un registro distinto, una tesitura distinta. (Espero que nadie pregunte después qué es registro o tesitura... en ese caso, doy mi teléfono avisando que doy clases de música particulares, jejeje). Pero un saxofonista que toca el soprano puede leer y tocar cualquier otro tipo de saxo sin aprenderse las posiciones de las digitaciones de todos, gracias a que son instrumentos transpositores. ¿Cómo?... Todos los saxos leen en clave de sol, y la nota más grabe que puede tocar un saxofonista (en posición de digitación, y en la lectura) es el Sib que se encuentra debajo de la primera línea adicional inferior (salvo excepciones en que el saxo tenga más llaves de lo común). Entonces, a veces cuando un saxofonista toca do, suena otra nota, dependiendo de los casos: En el saxo soprano suena Sib, en el saxo alto suena Mib (una quinta abajo del soprano), en el saxo tenor suena Sib (una cuarta abajo del saxo alto), en el saxo barítono suena Mib (una quinta abajo del tenor), y en el saxo bajo suena Sib (una cuarta abajo del barítono). Así, entre el alto y el barítono (que están en afinación Mib) tenemos las mismas notas, pero a octava de diferencia; como también sucede con el soprano, el tenor y el bajo (en Sib los tres), a octavas de diferencia uno del otro. Entonces, así, como decía antes, cualquier saxofonista puede, conociendo la digitación de las posiciones de un sólo tipo de saxo, tocar todos los saxos con la misma poción y el mismo tipo de lectura. Uff, me cansé.

viernes, 3 de abril de 2009

Compáses

Aquí va un resumen de algunas de las preguntas frecuentes que he recibido y que para algunos todavía resulta difícil de entender.

¿Que es un Compás?
Es el espacio de tiempo de una duración determinada, en el que, generalmente, se perciben varios sonidos, el primero de los cuales es el mas acentuado.
¿Como se representan los compases?
Se representan por medio de dos cifras colocadas una encima de otra como en las fracciones, pero sin la línea horizontal divisoria; por ejemplo:
3
8
¿Como se leen las cifras de los compases?
Se leen como los números quebrados; por ejemplo:
3 , tres octavos.
8
¿Como se llama la cifra inferior del compás?
Se llama denominador o "calidad".
¿Que representa el denominador?
Representa las partes iguales en que se ha dividido la unidad de duración (la redonda) y a veces representa también la misma unidad de duración.
¿Cuales son los números que pueden ser denominadores?
Son: 1, 2, 4, 8, 16, 32 y 64.
¿Que representa el denominador "1"?
Representa la redonda (unidad de duración).
¿Que representa el denominador "2"?
Representa la blanca.
¿Que representa el denominador "4"?
Representa las negra.
¿Que representa el denominador "8"?
Representa la corchea.
¿Que representa el denominador "16"?
Representa la semicorchea.
¿Que representa el denominador "32"?
Representa la fusa.
¿Que representa el denominador "64"?
Representa la semifusa.
¿Cuales son los denominadores más usados y los menos usados?
Los más usados son: 4 y 8
Los menos usados son: 2 y 16
¿Como se llama la cifra superior del compás?
Se llama numerador o "cantidad".
¿Que indica el numerador?
Indica la cantidad de las partes iguales en que se ha dividido la unidad de duración, cuyo valor debe estar en cada compás.
¿Donde se coloca la indicación del compás?
Se coloca al principio de la pieza de música, después de la clave.
¿Para que se emplean y que son las barras divisorias?
Son líneas verticales que atraviesan el pentagrama, y se emplean para indicar la terminación de un compás.
¿Que son las barras de conclusión y para que se utilizan?
Las barras de conclusión son dos líneas: una divisoria y otra más gruesa y se emplean para cerrar el último compás de una pieza de música.
¿Que son las barras de separación y cuando se usan?
Son dos líneas divisorias y se emplean antes de cambiar la indicación del compás por ejemplo.

miércoles, 1 de abril de 2009

Por favo pirateen mis canciones

Por Ignacio Escolar (España)
Soy un músico con suerte. Mi grupo ha vendido, por los pelos, más de 10.000 copias de su primer CD. En un mundo en el que Enrique Iglesias coloca seis millones de CDs cantando así, esta modesta cifra tampoco es para tirar cohetes. Pero si me aplicase tanto como futbolista, jugaría en primera división y, si me dedicase a la medicina con tanto éxito, sería neurocirujano. Durante un par de semanas del mes de abril de 2000, uno de nuestros singles se coló en el número diecisiete de las listas de ventas en España; el número tres, si se contaba únicamente a los artistas nacionales. Cada año salen 32.000 discos nuevos al mercado en todo el mundo y sólo 250 convencen a más de 10.000 compradores. Apenas el 0,7% de los músicos que han presentado disco el año pasado (la gran mayoría no llega siquiera a grabar) es más afortunado que yo.

Se pensarán que nado en dinero. O que, por lo menos, vivo dignamente de mis habilidades musicales. ¿Cuánto cobra el 0,7% con más suerte de su profesión? No les aburriré con cifras pero, tras tres años de esfuerzos hasta conseguir ver mi LP en las tiendas, sólo he ganado poco más de medio millón de pesetas (unos 2.800 US$) por venta de discos y derechos de autor. Apenas 14.000 pesetas al mes es lo que me ha rentado mi afortunada carrera musical. Mi parte alícuota del local de ensayo –la garantía de que mis vecinos no me echarán de casa por ruidoso– me sale por seis mil pesetas al mes. Estas navidades quemé la mitad de mis beneficios en
un teclado nuevo, un capricho. Si tuviera un gerente con facultad para vetar mis presupuestos, seguiría tocando con el casiotone que me regalaron los Reyes Magos en 1986.

No culpo a la piratería de mi bancarrota. No a la de "sexo, drogas y rock and roll" que aparece en el anuncio de pésimo gusto con el que la
SGAE (Sociedad General de Autores y Editores) intentó concienciar a los melómanos de la necesidad de pasar por su caja. Como la gran mayoría de los chiflados que malgastamos nuestro tiempo en locales de ensayo y nuestro dinero en instrumentos y amplificadores, prefiero la satisfacción personal de saber que alguien se molesta en escuchar mi música a las treinta pesetas que me tocan por cada copia vendida (la cuarta parte si el disco está de oferta o es comprado durante una campaña de televisión).

Si mi gerente, ese imaginario del que les hablaba antes, fuese listo, estaría de acuerdo conmigo.
Por cada concierto que doy, gano, dependiendo del aforo y la generosidad del promotor, entre 15.000 y 60.000 pesetas limpias. Prometo que si acuden a alguno de ellos, no les pediré una fotocopia del código de barras del CD para entrar. Como todos los músicos que hayan hecho las cuentas, sé que son más rentables 100.000 fans piratas que llenen mis conciertos a 10.000 originales.

El mp3,
Napster o Gnutella tampoco van a acabar con la música. Ni con la mía ni con la de nadie. Les aseguro que, afortunadamente, puedo prescindir de las 14.000 pesetas mensuales que generan mis derechos de autor y mis royalties. A Metallica, y a cualquier grupo superventas, la regla, aunque sus cifras sean mayores, le vale igual. Dan mucho más dinero los conciertos, las camisetas y los anuncios que un grupo de su fama puede grabar, que el royalty (entre el 8 y el 15% del precio de venta a mayorista) que pagan las multinacionales por disco vendido. Es cierto que las compañías discográficas costean la grabación y la promoción de los músicos, pero ¿conocen algún otro negocio en el que el reparto entre los que aportan la idea y la mano de obra y los que ponen el dinero sea tan desigual? Les confieso que no entiendo las razones que movieron a Metallica y compañía a poner la cara por sus patrones. Todo, para que sus fans se la partan, pacte Dios con el Demonio y Napster pase de pirata a corsario. A mí se me habría puesto cara de tonto.

La distribución gratuita de las canciones por Internet no terminará con la creación musical, pero espero que sí lo haga con los abusivos tratos que impone la industria discográfica. Y eso que los 'juntanotas', con el tiempo, hemos mejorado bastante. Si los pobres
músicos de blues de los años cuarenta –esos a los que el sello RCA (hoy, propiedad de Bertelsmann, el socio de Napster) pagaba seis dólares y una botella de bourbon por grabar sus canciones– oyesen los lamentos del baterísta de Metallica, Lars Ulrich...

No puedo alegar que no sabía dónde me metía cuando hace un año y medio firmé mi contrato con
Universal Music. En aquella reunión, un alto directivo de la compañía me resumió en una sola frase los nueve folios del acuerdo: "Las discográficas somos un mal necesario". No lo voy a negar. Sin ellas, mi grupo jamás habría vendido 10.000 discos. Aunque estoy seguro de que sí hubiese podido regalarlos.