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sábado, 6 de junio de 2009

¿Que diferencia hay entre RUIDO y SONIDO?

La opinión general es que el ruido nos produce una sensación desagradable; en cambio, el sonido una sensación placentera. Esto, como vemos, es una definición que no nos alcanza para entender qué es lo que realmente los diferencia.


El problema nos lleva a plantearnos cómo hacemos para saber la diferencia entre ambos. La solución, es que acudimos —nos ayudamos— de la física, que nos explica que la diferencia esencial entre el ruido y el sonido es que el primero tiene movimientos aperiódicos; es decir, tiene movimientos vibratorios irregulares y sin altura definida. En cambio, el sonido es periódico, porque tiene movimientos vibratorios regulares y con una altura definida.

¿Puede el ruido ser parte de la música?

Más allá de nuestras opiniones, podemos decir que hay posturas completamente opuestas respecto a esto. Para algunos, el ruido debe quedarse en su lugar sin importancia y dar lugar al sonido; para otros, el ruido y el sonido pueden estar juntos, coexistir sin problemas en una obra musical.
En el año 1952, un compositor nacido en EEUU (más precisamente en Los Ángeles, en 1912) decidió crear una obra que fue quizás la más polémica de todo su conjunto de obras o repertorio. Este compositor, llamado John Cage, creó una obra llamada 4,33 en la que llevó a la indeterminación (el azar en la música) y la desintencionalidad (que el compositor no le diga al intérprete todo lo que tiene que hacer) hasta sus últimas consecuencias.

La partitura estaba formada por tres números romanos y la palabra “tacet”, que significa “callar”, lo cual indica al intérprete del instrumento que no tiene que tocar durante un tiempo determinado.
Cage nos decía que “en esta nueva música sólo tienen efectividad los sonidos: tanto aquellos que están escritos en la música como los que no”. Según esto, incluso cuando el intérprete o los intérpretes no tocan nada en sus instrumentos, sigue habiendo música. ¿Cuál es esta música que hay si ningún músico toca nada?


La toz de alguien de la audiencia, la risa o los insultos del público, la gente que camina hasta llegar al asiento o butaca, la respiración del artista y cuantos sonidos se puedan dar en el medio ambiente. Cage insistía en darle valor a estos sonidos y no sólo a la música que se escuchaba arriba del escenario.
Para terminar, de más está decir que esta postura ha tenido seguidores y detractores. De hecho, sigue siendo un motivo de discusión en la actualidad.



(Si querés ver la obra 4,33 de John Cage, podés mirarla en: